Hola!
Como ya te hemos contado, para estructurar nuestro nuevo espacio de prácticas hemos clasificado a las clases según su carácter. En este post te detallamos en qué consisten y cómo emplearlos para personalizar al 100% tu experiencia en Bhavana Yoga espacio online.
Cada escuela estructura sus enseñanzas de una forma a la hora de transformarlas en un curso o una secuencia de clases para sus practicantes. Normalmente, la estructura está formada en torno a una o varias series de posturas que se repiten o se alternan durante las sesiones.
A lo largo de nuestra experiencia como practicantes y como docentes del Hatha Yoga, hemos comprendido que este enfoque es útil cuando el objetivo es aprender algún aspecto del amplio espacio de saber que abarca la práctica del Hatha Yoga, pero a veces resulta insuficiente o poco adecuado cuando se intenta que la práctica del Yoga se adapte a las necesidades de nuestra vida cotidiana, y que nuestros espacios de práctica representen espacios en los cuales podamos reencontrar el equilibrio del que nos apartan las demandas de nuestro día a día, alejándonos de nuestro centro.
Muchas veces, las presiones de nuestro día a día nos predisponen a ciertos estados, y si nuestra práctica no nos es de ayuda para comprenderlos, atravesarlos y eventualmente superarlos, puede volverse una práctica vacía de verdadero sentido, por estar apartada de un camino evolutivo que realmente podamos transitar de acuerdo con nuestras posibilidades.
Por esta razón, en nuestro enfoque de la enseñanza y la transmisión del Hatha Yoga intentamos poner a la práctica al servicio de las necesidades del practicante, para que se genere entonces una realimentación positiva que estimule una práctica constante y nutritiva para todos los aspectos de nuestra experiencia vital. La forma que encontramos de llevar esto a la práctica fue definiendo una serie de caracteres, que representan cualidades a desarrollar durante una clase o parte de ella.
Las cualidades que hemos seleccionado para definir una práctica y optimizar su relación con nuestras necesidades son las siguientes:
- Fuerza
- Estiramiento
- Apertura
- Introspección
- Fluidez
- Movimiento
- Expansión
- Enraizamiento
Desde nuestra comprensión de la enseñanza del Yoga, que se materializa en nuestro estilo, cada sesión debe constituir una práctica completa, y por lo tanto equilibrada. Por ello, es importante comprender que en cada sesión estarán presentes todos y cada uno de estos caracteres para formar un todo armonioso, y que cuando hablamos de un carácter puntual en una sesión, simplemente estamos diciendo que a lo largo de la clase se hace algo de hincapié en esa cualidad, de forma que destaque sobre las restantes, pero sin suprimirlas.
Una vez comprendido esto, podemos entregarnos con plena confianza al trabajo, ya que por su naturaleza será equilibrado. No obstante, puede suceder que por nuestra situación particular o por demandas externas, en algún momento nos sea de mayor provecho realizar un trabajo más enfocado hacia algún carácter, o varios de ellos, de forma de ayudarnos a reencontrar el equilibrio perdido. A continuación, analizaremos brevemente cada uno de los caracteres y te contaremos en qué situaciones puede ayudarte una práctica que los destaque.
Fuerza
Este primer carácter puede llevar a confusión y malos entendidos, ya que puede condicionarnos a pensar en una práctica de acondicionamiento físico y desarrollo de la fuerza muscular. La práctica del Hatha Yoga te aporta de por sí un cuerpo saludable, y con él la fuerza física necesaria y suficiente para una vida de bienestar. Según el enfoque yóguico, para incrementar la fortaleza no hay que trabajar la fuerza muscular, sino aprender a enfocar y a realizar una economía eficiente de las energías corporales. De esta forma, una práctica orientada a trabajar la fuerza no será una sesión repetitiva de ejercicios musculares, sino un trabajo que, a través de la realización de un cierto esfuerzo físico, nunca llevado al límite de nuestras posibilidades, nos enseñe a enfocar y a cuidar nuestra energía vital.
Muchas veces en nuestra vida cotidiana, la multiplicidad de demandas, compromisos y obligaciones sostenida en el tiempo nos produce un fenómeno de dispersión de la energía; hay más focos abiertos de los que podemos atender en simultáneo, lo que drena nuestras energías. Cuando esto se transforma en una pauta habitual, algunas veces se automatiza la respuesta, y acabamos “poniéndole el pecho” a todo lo que se nos presenta, cayendo en un patrón de mala economía, despilfarrando así nuestra energía. Cuando nos sentimos agotados por las demandas exteriores, y adolecemos de la imposibilidad de enfocar nuestras energías en una dirección coherente, una clase que explora el carácter Fuerza puede ayudarnos a restablecer un equilibrio saludable de nuestras energías.
Estiramiento
Nuevamente, aquí toca comenzar poniendo en claro las cosas. El estiramiento en Yoga no consiste en poner a prueba la resistencia de nuestras fibras musculares y nuestros tendones frente a la tensión hasta que cedan, sino en un trabajo profundo y constante a través del cual nos sea posible encontrar los patrones de tensión que subyacen en nuestros planos por debajo de la conciencia, y que se corporizan en las tensiones musculares. Obviamente, el estiramiento está muy presente en cada sesión de la práctica del Hatha Yoga, y en las clases que enfatizan este carácter se hace hincapié en el trabajo sobre las resistencias y las tensiones para encontrar sus orígenes más allá del plano físico.
Algunas veces, por circunstancias de tensión que no se resuelven, o por situaciones que son percibidas como amenazas permanentes, vamos adoptando unos patrones defensivos en los que la tensión muscular es el elemento fundamental. En estos casos, una clase que destaque el carácter de estiramiento puede ayudarnos a enfrentarnos a estos patrones y a señalarnos el camino de regreso al equilibrio natural de nuestro sistema cuerpo-mente.
Apertura
La teoría energética del Hatha Yoga establece una correlación entre los centros energéticos y sus contrapartes presentes en el cuerpo físico. La apertura de estos centros físicos, que la medicina occidental asocia a ciertos plexos nerviosos, es considerada condición necesaria para el correcto flujo de la energía vital en el cuerpo sutil energético. Dejando de lado la interpretación sutil de la acción de estas regiones del cuerpo, la capacidad de desarrollar un gesto de apertura en estas regiones de nuestro cuerpo está estrechamente asociada a estados de salud y bienestar.
Debido a la resistencia a las tensiones a las que nos vemos expuestos en nuestro día a día, los centros localizados en la pelvis y el tórax van adquiriendo un gesto de cierre que se intensifica por efecto acumulativo con el paso del tiempo. El trabajo de apertura de estos centros resulta fundamental para desarrollar una práctica armoniosa, así como para promover la salud y el bienestar. Cuando por situaciones personales o externas sentimos "una roca en el pecho" o la zona de la pelvis "fosilizada", una clase que explora el carácter Apertura nos devolverá la sensación de bienestar asociada a la liberación física de estos centros y nos permitirá un contacto con las causas de esos gestos de cierre para trabajar en su asimilación.
Introspección
El gesto de introspección tal vez constituya la síntesis de toda la práctica del Hatha Yoga, de hecho, la mera práctica de las posturas sin dirigir la presencia consciente a las sensaciones internas deviene un simple ejercicio físico, no perjudicial pero sí desprovisto de los verdaderos beneficios de la práctica genuina. Una vez comprendido esto, entendemos que hay posturas que favorecen ese vuelco interior de la mirada consciente, en las que la información sensorial propioceptiva y el esfuerzo se reducen al mínimo, liberando la mayor cantidad de recursos de atención para intensificar entonces la sensación de replegarnos en nuestro centro.
Por la dinámica de nuestro estilo de vida contemporáneo, nuestros sentidos están permanentemente hiperestimulados, y los recursos de nuestra atención se ven continuamente volcados a procesar ese flujo incesante de información sensorial, lo que acaba generando sensaciones de alienación y dispersión de la atención. En estos casos, una sesión enfocada en el carácter Introspección contrarresta este efecto centrífugo y nos pone en contacto directo con nuestro núcleo interior y sus cualidades intrínsecas de calma y quietud.
Fluidez
A veces tendemos a interpretar erróneamente a la fluidez como la cualidad de permanecer en movimiento continuo. Antes bien, en nuestra concepción de la práctica yóguica, la fluidez es un estado que se alcanza al trabajar y resolver las resistencias, de forma que se desvanecen tanto la inercia como la rigidez. En este estado, podemos atravesar estados de quietud sin sentir estancamiento y estados de movimiento sin sentirnos arrastrados. La fluidez es un estado de consciencia, que tiene una representación en el plano dinámico en términos de la relación entre quietud y movimiento, pero que pertenece a un plano superior, y que por ello puede extenderse a la relación entre todos los pares que nuestra mente percibe como opuestos, de los que mencionamos unos pocos a continuación:
- Tensión - Relajación;
- Esfuerzo - Reposo;
- Sonido - Silencio;
- Agitación - Calma.
Para la mirada comprehensiva de nuestra conciencia, los miembros de estos pares son complementarios, se entrelazan de forma indisoluble y reposan el uno en el otro.
Nuestra mente racional ha establecido una valoración, según la cual siempre uno de los polos de estos pares es deseable y el otro no, lo que constituye una fuente irresoluble de tensiones: cuando nuestra experiencia transcurre en el polo no deseado, surgen las tensiones por resistencia y deseo de cambio, mientras que cuando transcurre en el polo deseado, surgen las tensiones por apego y por miedo al cambio.
Cuando accedemos a la comprensión experiencial de la fluidez, reconocemos que en el seno de la tensión subyace la semilla de la relajación; que el esfuerzo busca su descanso naturalmente en el reposo; que en el propio entramado del ruido más insidioso se entreteje el silencio más puro; que una intensa agitación puede experimentarse con una profunda calma. En este contexto, fluir constituye entregarse a cada experiencia sin resistencias, para transformarla así en una experiencia de totalidad.
Cuando sentimos que las demandas de nuestra vida cotidiana y los compromisos asumidos nos arrastran en una inercia a la que no podemos sustraernos, o nos sumen en un estancamiento del que no podemos arrancar, un trabajo con una sesión que explora el carácter Fluidez nos aproxima a una comprensión más amplia de la situación para integrarla y estar listos para su resolución, cuando ésta proceda, en armonía con nuestra situación y nuestras posibilidades.
Movimiento
Una vez comprendida la concepción de fluidez, se adquiere el reconocimiento de que la experiencia del movimiento puede llevarnos a conectar con la quietud y la calma. Debemos tener presente que en la práctica del Hatha Yoga, el movimiento se encuentra siempre presente; aún en la aparente quietud de una asana, una indagación más detallada nos muestra, en primer lugar, el flujo incesante de movimiento que tiene lugar a través de la respiración, y en segundo lugar, cómo a través de la acción combinada de la respiración y la mirada interior, el cuerpo fluye lenta, pero perceptiblemente, hacia una expresión cada vez más integrada de la propia postura.
Dicho esto, la exploración del movimiento en la práctica del Hatha Yoga se realiza encadenando posturas con el pulso respiratorio, con el doble objetivo de conseguir un movimiento fluido y libre de inercias, en cuyo seno podamos reproducir la experiencia de quietud de la postura; es decir, la vivencia de la fluidez en el plano dinámico experiencial.
Cuando notamos que las tensiones de nuestra vida cotidiana van materializándose en nuestro cuerpo, y por ello sentimos que el propio movimiento se vuelve difícil y gravoso, la exploración del carácter Movimiento a través de nuestra práctica puede ayudarnos a reconectar con la fluidez dinámica, tan necesaria para nuestro bienestar y nuestra autoconfianza.
Expansión
La práctica del Hatha Yoga nos lleva a establecer una conexión estrecha y directa con nuestros centros físicos y energéticos para, desde ellos, irradiar energía a través de todos los canales presentes en los diferentes planos de nuestro cuerpo. A través de diferentes combinaciones de acción muscular, estiramientos y torsiones, algunas posturas tienen como propósito desarrollar y consolidar un gesto de amplitud corporal que permita mantener estos canales energéticos libres de obstrucciones y que maximice su capacidad. Más allá de la interpretación sutil de los canales energéticos de nuestro cuerpo, el establecimiento de este gesto de expansión está estrechamente relacionado con sensaciones de amplitud y bienestar corporal.
El caso particular de este carácter que más habitualmente encontramos en nuestra práctica es la expansión vertical del cuerpo en oposición a la gravedad, esa elevación que surge de la integración de los esfuerzos justos en nuestros músculos con una base firme y estable para la configuración del cuerpo en la postura, ya sea de pie o en cualquier otro apoyo. No por habitual, la elevación excluye la exploración y consolidación de otros gestos de expansión en nuestro cuerpo, todos destinados a regalarnos las sensaciones de amplitud y confort en nuestra experiencia corporal.
Precisamente, cuando la combinación de tensión y agotamiento nos exponen a sensaciones de opresión y encogimiento corporal, una clase que explora el carácter Expansión resulta un buen remedio para restaurar ese equilibrio perdido.
Enraizamiento
Retomando el punto anterior, una de las claves de la práctica física del Hatha Yoga consiste en adquirir destreza para elevar el cuerpo contra la acción de la gravedad en posturas de distintos apoyos. En todos los casos, para que la elevación sea ligera y orgánica, todas las acciones musculares deben asentarse sobre una raíz firme y estable, que transmita seguridad y confianza. Explorar el carácter de enraizamiento consiste entonces en indagar en nuestra relación con la Tierra y con nuestras reacciones a las sensaciones de vulnerabilidad e inestabilidad, un trabajo sutil y cuidado que combina la exploración del cuerpo físico, de nuestro medio exterior y de nuestros contenidos mentales, ampliando así nuestro espacio propioceptivo, que es una de las bases de nuestra autoconfianza.
Cuando las exigencias del mundo exterior nos llevan a perder esa puesta a Tierra desde la que nos sentimos unidos a una totalidad más grande que nuestra individualidad a través de nuestra raíz, una clase que explora el carácter Enraizamiento puede ayudarte a restablecer esa relación de unión con la Tierra, que nos insufle de su sereno y a la vez intenso poder, para poder así reencontrar nuestra confianza.
Teniendo en cuenta todas las cualidades que pueden definir una sesión de Hatha Yoga y conociendo su relación con tus necesidades en cada momento de tu trayectoria vital, cuentas con una poderosa herramienta para poder adaptar tu práctica a tus necesidades en cada momento, de forma que cada paso en esta trayectoria te encamine hacia tu centro. Dispones para ello de una completa biblioteca de clases que puedes realizar en cualquier momento de tu día. ¡Te animamos a sacar todo el partido de esta herramienta y a continuar progresando en tu camino de crecimiento y evolución!
Namasté,
Ana y Marcelo